La Europa que va del siglo X hasta el siglo XVI está marcada por lo mejor y lo peor.
En el siglo X se datan las primeras monarquías feudales (las existentes eran monarquías endebles) como la monarquía francesa, iniciada por Hugo Capeto, o la inglesa, originada por Guillermo I. La monarquía francesa apareció con el primogénito de Hugo el Grande, Hugo Capeto. Este fue nombrado rey de Francia en el 987 y consiguió el apoyo de la Iglesia, quien al conocer a sus enemigos optó por aconsejar a Hugo Capeto en buscar una estrategia para implantar su dinastía. El monarca francés no hizo caso omiso a los consejos de la Iglesia y reconoció como heredero universal al trono de Francia a su primogénito, Roberto Capeto.
A mediados del siglo XI, tras la muerte del rey inglés Knut, nobles sajones y normandos se disputaron por el poder. El noble normando Guillermo, en la batalla de Hasting, consiguió expulsar de Inglaterra a los sajones e implantar una dinastía normada, con él como rey. Guillermo I fue coronado como rey de Inglaterra y es preciso mencionar que era un monarca vasallo de otro monarca, en este caso era vasallo del monarca francés.
A partir del siglo X y siguientes, no solo se implantaron monarquías feudales, también se vivió un crecimiento demográfico el cual fue el detonante de la creación de espacios urbanos. Estos espacios, conocidos como ciudades, estaban situados cerca de las iglesias, casas señoriales o incluso en los alrededores de la residencia real.
Las ciudades medievales se regían por un trazo irregular, es decir, las calles eran sumamente estrechas (ya que había muros que limitaban el espacio). El núcleo de la ciudad era la plaza, donde se comercializaba, votaba y socializaba. La artesanía comenzó su auge, esto no quiere decir que no tuviese su importancia en los posteriores, con gremios (agrupación de maestros artesanos que controlaban la producción y el comercio) situados en una misma calle, dándole así nombre a esta.
Haciendo elusión a la introducción, a partir del siglo XII se inicia un periodo de múltiples crisis que acabarán incluso afectando al sistema feudal (existente desde el siglo III). El cismo de occidente, dando lugar a una crisis religiosa; disminuye la demografía, ya fuese por las causas internas (tierras marginales) o externas (guerras y epidemias); y la presión fiscal, afectando plenamente a la fiscalidad de los señores feudales. Estas consecuencias fueron los detonantes de diversas revueltas urbanas y rurales.
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