BIOGRAFÍA
• ANTONY BEEVOR, Berlín, CRÍTICA, 2002.
• ARNOLD J.TOYNBEE, La Europa de Hitler, SARPE, 1986.
• ÉRIC VUILLARD, El orden del día, TUSQUETS, 2018.
• LAURENCE REES, Auschwitz, CRÍTICA, 2013.
• LAURENCE REES, Holocausto, CRÍTICA, 2017.
• GUSTAVO CORNI, Breve historia del Nazismo, ALIANZA, 2017
Adolf Hitler nació el 20 de abril de 1889 en Braunau am Inn, Baviera (Austria). Fue el cuarto hijo
de una familia humilde. Su padre, Alois Hitler, era funcionario de aduanas de nivel medio y deseaba
que su hijo, Adolf, siguiese sus pasos. Por ello, le obligaba a estudiar. Pero, Adolf no mostraba
interés, sus calificaciones eran muy malas y para los maestros era un niño inconstante, e incapaz de
soportar la autoridad; lo que llevó a una muy mala relación paterno-filial. Cuando Adolf Hitler tenía
catorce años, murió su padre y él dejó la escuela y se centró en su única ilusión: la pintura.
Con catorce años, Hitler, abandonó a su madre y a sus tres hermanos para marcharse a Viena, la
capital cultural y artística del Imperio Austrohúngaro. A pesar de ser rechazado en repetidas
ocasiones por las academias de arte, decidió quedarse en Viena, como un bohemio, gracias a los
ingresos de la familia. Pero, después de cuatro años, dejaron de llegar. Lo que le obligó a refugiarse
en un alberge de vagabundos. Decidido a no volver a su casa, lo que sería aún más frustrante para
él, se quedó en Viena y fue entonces cuando comenzó a leer libelos (libros satíricos, insultantes o
difamatorio) y diarios antisemitas.
A mediados de 1913, cuando ya tenía veinticuatro años, Adolf Hitler, con los recursos que pudo
(desconocidos para los historiadores), se mudó a Múnich. En 1914 estalló la Primera Guerra
Mundial y todos los jóvenes vitorearon su llegada. Adolf, caído en la trampa de la aventura, se alistó
voluntario en el ejército y fue enviado al frente de Flandes. En 1916 recibió una metralla en las
piernas, y en 1918 fue víctima del gas Ypres (gas de cloro que al ser inalado puede producir: desde
severos mareos hasta la ceguera). Fue enviado a un Hospital Militar. El 21 de octubre de ese mismo
año, la guerra finalizó. Las potencias vencedoras (Francia, Reino Unido e Italia) realizaron una serie
de tratados para los vencidos (Alemania y Austria). El tratado más severo fue el de Versalles (1919)
por el cual Alemania fue declarada como la principal responsable de la Guerra, imponiéndole graves
sanciones económicas, territoriales y militares. A consecuencia del tratado de Versalles, Alemania
se sumergió en una profunda crisis social, política y económica.
Cuando Hitler recibió el alta médica, consiguió empleo gracias a sus anteriores superiores militares.
Estos le asignaron al grupo de informadores del Reichswehr (nombre que recibieron las fuerzas
armadas de Alemania desde 1919 hasta 1935).
En 1919, Hitler se afilió del Deutsche Arbeiterpartei (Partidos de los Trabajadores alemanes, DAP),
también conocido como el Partido de la Cervecería (por reunirse sus militantes de la Cervecería
Bürgerbräukeller), dónde destacó y comenzó a ser admirado por su oratoria. Dato importante: El
DAP rechazaba las sanciones del Tratado de Versalles. Anton Drexler, entonces presidente del
DAP, confió a Hitler la propagada del partido. Ese mismo año, Hitler cambió el nombre del DAP
por el de Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (Partido Nacionalista Obrero Alemán,
NSDAP). A mediados de 1920, Adolf Hitler dejó el ejército por la política. Se había vuelto
indispensable para su partido, ya que atraía a las masas populares por sus discursos nacionalistas y
la gran capacidad de convicción argumentativa.
Hitler puso mucho interés en crear una milicia armada, la Sturmabteilungen (Secciones de Asalto,
SA), los llamados camisas pardas (por las prendas que llevaban de este color). Desde 1921 a 1923,
Hitler logró reforzar el partido con figuras esenciales para su desarrollo, como dirigentes de algunas
organizaciones nacionalistas, diplomáticos bien relacionados y algún miembro de la alta burguesía
(gracias al cual se financió la ampliación de propaganda de la publicación partidista Völkischer
Beobachter, Observador Popular). Por otra parte, otros factores ayudaron al aumento de partidarios
de Hitler, como la gigantesca e imparable inflación alemana, o la ocupación franco-belga de
Renania y el Rhur por la falta de pago de las indemnizaciones impuestas a Alemania, o el
reconocimiento de un nuevo gobierno federal alemán de cumplir con las sanciones debidas.
Hitler quería proclamar en Baviera, de acuerdo con partidarios en las principales ciudades bávaras,
un estado rebelde contra la República de Weimar. Para ello, planeó un Putsch (golpe) de estado en
Múnich. El 8 de noviembre de 1923, Hitler irrumpió en la cervecería, pistola en mano y un grupo de
hombres armados que acallaron a la multitud que abarrotaba la sala. Hitler declaró la revolución
nacional, la destitución del gobierno bávaro y la formación de un gobierno provisional. Los líderes
de otras opciones políticas pudieron salir del local, avisaron al ejército, a la policía y a los medios de
comunicación del intento de golpe de estado que se estaba produciendo y éstos inmediatamente, la
mañana del 9 de noviembre acabaron con la revuelta. Hitler huyó, refugiándose en casa de un
amigo, mas al cabo de dos días fue localizado y detenido. Se le juzgó en Múnich, y durante el juicio
pudo exponer sus dotes de orador, responsabilizándose del intento de golpe como patriota a favor de
Alemania.
Tanto jueces, como el fiscal y el director de la prisión le trataron como a una persona que se sentía y
obraba como un verdadero alemán, reduciéndole ampliamente la pena y tratándole con gran
benevolencia. Al salir de la cárcel, menos de un año después, ya se había transformado en un mártir
de la causa y en un héroe conocido ahora ya en toda la República. Antes de su excarcelación, el
partido se había quedado sin líder, fracturado internamente e ilegalizado, a punto, en fin, de su
desaparición. Pero lo esencial de este tiempo arrestado, fue que supuso para Hitler un punto de
inflexión en su visión del asalto al poder, el cambio de política partidista a preconizar. A partir de
entonces su partido no pretendería alzarse en el poder a la fuerza, sino mediante las urnas, logrando
su victoria mediante los medios constitucionalmente aprobados. Este fue el gran cambio de la
estrategia de Hitler. Y ese partido al borde de la extinción se alzó al abismo de una ambición que
supuso uno de los mayores horrores de la historia de la humanidad.
El 27 de enero de 1925 se celebró el primer congreso del NSDAP en Múnich. Más de tres mil
personas, dentro de la sala donde se iba a celebrar la reunión, lo acogieron multitudinariamente al
recién regresado líder. Pero a esos tres mil seguidores, había que sumarles los otros dos mil que
aguardaban fuera del recinto. Todos vitoreaban ¡Viva el Führer!. En este congreso, insitió en que él
sería el caudillo indiscutible del partido y del movimiento “Solo yo dirijo el movimiento y nadie me
puede imponer condiciones, dado que la responsabilidad política es solo mía”.
Ya con Hitler dominando la dirección del partido, éste organizó en junio de 1926 el Primer
Congreso Nacional, realizado en Weimar, en el cual, sin variar su discurso, reafirmó su liderazgo.
En Alemania se celebraron diversas elecciones (mayo de 1928, septiembre de 1930, abril de 1932 y
julio de 1932) y el NSDAP a veces ganaba y otras perdía escaños. El 30 de enero de 1933, la fecha
más importante de su vida, Hitler fue nombrado Canciller por Hindernburg. El terror vio la luz.
El 27 de febrero de 1933, el Parlamento ardió. ¿Quién lo provocó? Según los testimonios de los
camisas pardas, los comunistas. Hay una gran diversidad de teorías, pero todos concuerdan en un
nombre: Marius van der Lubbe. Este holandés de tendencia comunista fue detenido y condenado a
muerte (guillotinado). Al día siguiente, Hitler hizo firmar a Hinderburg un decreto que le otorgaba,
en caso de “Estado de Alarma”, ostentar todos los poderes del Parlamento y ser libre para elaborar o
derogar leyes (en palabras de Hitler: “para proteger al pueblo y al Estado”).
Como datos importantes de una clara planificación dictatorial, cabe destacar: el 22 de mayo de 1933,
se inauguró el primer campo de concentración en Alemania, Dachau, bajo la dirección de Himmler
(permitiendo a éste un eficaz instrumento de represión hacia los opositores del Régimen); el 23 de
mayo de 1933, un día después de la inauguración de Dachau, Hitler solicitó al Parlamento la
aprobación de una nueva ley, la cual le permitía ostentar plenos poderes (sin necesidad de proclamar
el Estado de Alarma); y el 14 de julio de 1933, Hitler volvió a solicitar la aprobación de una nueva
ley, esta vez proclamando la existencia de un único partido, el suyo.
Los nazis, bajo el caudillaje de Hitler, se encargaron de llevar a cabo proyectos meticulosamente
elaborados para acabar con quienes estuvieran en contra de su Régimen (políticos, tanto de otros
partidos como del suyo propio, sindicalistas, socialistas y comunistas) o que no fuesen el perfecto
modelo ario (judíos, homosexuales, gitanos, enanos, siameses, etc.). Exponer las atrocidades
cometidas por los nazis no es el propósito de este trabajo.
Dato muy importante: Hitler decidió anexionar Austria y conociendo las consecuencias bélicas contra
Reino Unido que supondrían atacar Polonia, hizo caso omiso y ocupó Polonia (1939). Esto fue el
detonante de la Segunda Guerra Mundial. Francia, Inglaterra y Rusia, viéndose amenazadas por los
nazis, decidieron aliarse contra Alemania e Italia. Cabe destacar la táctica que Hitler realizó para
ganar, desde un principio, la guerra.
Estas fue la llamada “Guerra relámpago”, y consistía en atacar un punto en concreto de cualquier
territorio mediante maquinaria pesada (aviones, tanques y artillería) y lograr hacer una brecha en las
líneas enemigas, y una vez conseguido, enviar a sus tropas.
Para los Aliados, la guerra estaba siendo un infierno, el ejército nazi estaba ganando la guerra: Francia
fue ocupada (22 de junio de 1940) y se instauró un nuevo Régimen: la Francia de Vichy (1940 –
1944); y Reino Unido sufrió constantes e intensos bombardeos (1940 – 1941), conocidos como el
Blitz. Pero cuando los Aliados recibieron el apoyo de los Estados Unidos, quienes ya estaban en
guerra contra Japón (1941 – 1945), vieron esperanzas. Se armaron de valor y no se rindieron.
El ejército nazi comenzó a perder por la falta de abastecimiento de la gasolina. Sus generales, que ya
daban por perdida la guerra, intentaron conspirar contra él (Operación Valquiria, 20 de julio de 1944),
pero fracasaron y fueron ejecutados la noche de ese mismo día.
A partir de agosto de 1944, Hitler se refugió en su bunker de Berlín, cerca del Parlamento, y no volvió
a salir. Desde allí planificaba nuevas tácticas, pero sus generales le advertían de que no había solución
y que debía abandonar Berlín antes de que los Aliados entrasen al corazón del Tercer Reich. Algunos
generales, al ver que Hitler estaba convencido de que sí existían probabilidades de ganar, decidieron
abandonar Berlín y refugiarse lejos de Alemania y de la guerra. El 30 de abril de 1945, Hitler y Eva
Braun decidieron casarse en el bunker. Y ese mismo día, ambos se suicidaron. Previamente a su
suicidio, Hitler dio instrucciones de que sus cuerpos fuesen incinerados. Y así fue.
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• ANTONY BEEVOR, Berlín, CRÍTICA, 2002.
• ARNOLD J.TOYNBEE, La Europa de Hitler, SARPE, 1986.
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• GUSTAVO CORNI, Breve historia del Nazismo, ALIANZA, 2017
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